Black Mirror

by • April 4, 2013 • Discursos Acelerados, Notas desde aquí abajoComments (1)3650

Por Daniel Lasmarías

 

El gran fallo de Black Mirror posiblemente haya sido su brillante primer capítulo (The National Anthem). Empezar así, en todo lo alto, ha lastrado a una serie fundamental en el panorama televisivo actual. Todo el mundo habló de ese comienzo y lo que vino después fue visto nada más que como la cola de un cometa, restos luminosos ridículos en comparación con la gran bola de fuego que los antecedió.

Black Mirror es un experimento. Una serie de capítulos independientes que giran sobre la relación entre el hombre y la tecnología 2.0. Hacerlo además adoptando un tono sombrío y moralista, donde el dedo acusador de su guionista, Charlie Brooker, nos señala en todo momento, es peligroso. La serie está siempre en la cuerda floja, entre lo sublime y lo ridículo. Las ráfagas de humor malsano no consiguen amortiguar cierto tufillo a sermón hipócrita. Dicho lo cual, también es verdad que sus capítulos salen indemnes la mayoría de la veces y que muchas de las ideas vertidas en ellos van más allá del chiste fácil y la moraleja. Mucho más allá.

A veces el tono impostado desaparece y una imagen o un giro nos hiere el alma. Es entonces cuando se puede entender Black Mirror en toda su claridad. Cuando deja de dar discursos y empieza a hablarnos de tú a tú sobre cómo la tecnología no nos puede salvar de nuestro dolor. Es en las distancias cortas cuando la serie mejor se maneja.

The National Anthem es otra cosa. Es un enorme chiste cuya sombra se proyecta sobre todos los capítulos posteriores. Sin embargo, a pesar de la crítica que puede leerse al mundo de la televisión y a la crueldad del espectador (ese dedo acusador), lo que realmente impacta es el epílogo. El político que ha logrado el perdón de su pueblo, pero no el de su mujer. El dolor.

Tras aquel mítico coito en off, la gente (convertida en los espectadores a los que se criticaba) esperaba más. Su segundo capítulo, Fifteen Million Merits, el más profundamente distópico (todos lo son, en realidad), iba por otro camino y apuntaba a lo que iba a ser una constante en el programa: el pesimismo. La sociedad del entretenimiento nos empuja a la hipocresía y a la degradación, nos grita en cada imagen. Más dolor. Limpio y luminoso, pero dolor.

Sin embargo es el tercero, The Entire History of You, el último de la primera temporada, el más adulto y reposado. Quizás el mejor. Centrándose en la historia de una pareja, la serie alcanza una dimensión universal. El olvido y el autoengaño como bases fundamentales del perdón. Es aquí cuando la finalidad crítica de la serie mejor funciona, quizás porque su mensaje es el más abstracto. ¿Qué pasa en un mundo en que vamos legando a la tecnología la misión de mantener nuestra memoria? El hecho de poder volver una y otra vez a revivir nuestro pasado nos lleva a la destrucción. Somos imperfectos, volvemos a los malos recuerdos para odiar, volvemos a los buenos para sufrir.

Be Right Back seguía ese camino intimista. En este caso la serie volvía en su segunda temporada con el mismo tono con el que acabó la primera. La muerte y el dolor que deja tras de si. Tras la desgracia subimos las fotos de nuestros seres queridos al desván. Nos las destruimos, pero las alejamos de nosotros, es una cuestión de supervivencia. No se puede vivir eternamente con el dolor. Brooker se pregunta qué pasaría en un mundo en el que las fotos ya no son lo único que dejamos atrás, donde hay cuentas de facebook y twitter, e imagenes digitales y videos. ¿Hasta qué punto esas imágenes, sonidos y pensamientos nos retratan?

La serie termina, de momento, con White Bear (el más flojo de todos, con un guión tramposo) y con The Waldo Moment. Un regreso a aquel mítico The National Anthem, un discurso sobre cómo la tecnología a potenciado la banalidad innata del ser humano, de como nos conduce al abismo. O quizás no, y todo es un chiste del guionista. Que se ríe de nosotros mientras hace sufrir a sus personajes.

Porque hay mucho sufrimiento en Black Mirror, porque no es una serie alegre aunque a veces se balancee en el filo de lo ridículo. Porque, de repente, da un salto mortal, alehop, recupera el equilibrio y vuelve a la senda marcada.

No, no es una serie perfecta, ni posiblemente la mejor, pero sí la más inteligente del momento, la que al menos se plantea nuevos temas ante los nuevos tiempos. La serie que hay que ver. La vemos y después la comentamos en nuestros blogs o en nuestra cuenta de facebook o twitter…

…y es entonces cuando nos giramos y vemos a Charly Brooker sonriendo señalándonos con su dedo acusador. Porque somos lo peor y él lo sabe.

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One Response to Black Mirror

  1. Elena Ponce says:

    Muy deacuerdo con todo, también creo que The entire history of you es el mejor sin duda, es mucho más reposado que el resto, menos efectista pero con mayor carga emocional y de mensaje. Al ser una miniserie cuyos episodios, a pesar de tener un mismo fondo son completamente diferentes, siempre va a ser juzgada comparando los episodios entre ellos, vamos, que se le da bastante caña… Y lo cierto es que a mi parecer los capis son muy irregulares, pero como dices, es necesaria para los tiempos que corren, para comentarla, pensarla y al menos reflexionar sobre la necesidad de ser conscientes de nuestros actos y consecuencias.

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