The Master

by • February 6, 2013 • His Girl Friday, Notas desde aquí abajoComments (0)2476

Por Elena Ponce

Ser un actor de Hollywood y decidir dejarse la barba y el pelo crecer sin límite o razón aparente tiene sus consecuencias. El título del falso documental protagonizado por Joaquin Phoenix; I’m Still Here, pareció ser durante un tiempo un paradójico grito silencioso. Y es que nos podemos preguntar hasta qué punto fue buena idea por parte de Phoenix, después de ganar un Oscar por Gladiator, confundir de tal manera a la prensa, a la academia y al resto de compis del star system con un documental en el que decide dejar todo ese mundo superficial y mal oliente para dedicarse al hip hop, escribir letras en las que pone a parir el mundillo de la fama, drogarse o practicar sexo oral con prostitutas. Lo cierto es, que más allá de las, a mi parecer, interesantes pretensiones del actor, no hay mucha gente que haya acabado de entender qué pasó exactamente con este hombre. Are you still here? parece que se preguntaron algunos después de que todo resultara ser una especie de experimento.

Aún desconociendo la verdadera razón de la conexión, después de toda esta sensación colectiva de desconcierto tan típica de la estrecha mente hollywoodiense, Phoenix “vuelve a la interpretación” protagonizando la recién estrenada The Master de Paul Thomas Anderson. Es curioso ver cómo los personajes de las películas de Anderson tienen algo en común con la experiencia de Phoenix, todos se hayan al límite entre aquello social y aquello asocial, ellos tienen su propio modus operandi en un mundo cuyas reglas de adaptación están estrictamente definidas. Si bien estas reglas no están impuestas, hay un pequeño hándicap con el que Anderson sabe que cuenta cuando simplemente hace lo que sabe y lo que siente sin pretensiones de conseguir un taquillazo. Pues la cosa está en que, sin muchos rodeos, The Master hace que salgas del cine preguntándote qué demonios acabas de ver. PT Anderson nos explica historias complejas, distinguiendo complejas de complicadas; no es un Damon Lindeloff (Lost, Prometheus…), no nos ofrece pistas cuyo cometido son única y exclusivamente torturar nuestro cerebro con leyes aparentemente humanas para que luego baje el señor y nos lo resuelva, o peor aún, que no baje. Anderson sabe de lo que habla, es el principal conocedor de lo que hay detrás de lo que escribe. En The Master, bajo una aparente dirección clásica, las pistas son frías, los sonidos extraños, las actuaciones raras, el montaje gira alrededor de ofrecer un sentido narrativo al film, cosa que suele provocar reacciones extremas en el espectador.

The Master no pretende explicar la historia de la creación de una religión o la de un ex marine alcohólico después de la segunda guerra mundial, ya que todo este tejido superficial te lo expone casualmente mientras lleva a cabo un proceso de descomposición y transmutación en la costosa tarea de exploración del ser humano. Vamos, al lío, que nos viene a decir, y de hecho nos dice, que los que sólo quieran aprender historia que vayan a ver un documental. ¿Qué pensaría de esto Spielberg?

PT Anderson, intencionadamente lejos de la perfección, buscaba algo roto, algo raro y con cojera para el personaje de Freddie Quell, ¿y quién más instintivo que Phoenix para el papel? El mismo director decía en una entrevista que parecía que se había colado un mono el rodaje, y es que al verle en pantalla su actuación es escalofriante y retorcida, perfecta en su imperfección. Al verle, muchos de los que decían que había perdido el juicio, habrán caído en la cuenta de que Joaquin Phoenix probablemente ha llevado a cabo el mejor papel de su vida sacando fuera sus monstruos para dar vida a un personaje que encarna el reflejo de las verdaderas miserias de una sonriente América hipócrita tras ganar la segunda guerra mundial.

Leía en Twitter que The Master es una película que mueve mucho, que remueve mucho, ya que debajo de su perfección esconde cierta psicopatía. Como pasó con la transformación de Phoenix, no es nada nuevo admitir que lo morboso u oscuro, lo que incomoda y perturba, no suele ser muy mainstream. Por ello, no muy a mi profundo pesar, The Master no ha triunfado demasiado por no decir nada en las nominaciones de los Oscars de este año. Pero yo soy de las que piensan que aquello que plantea dudas pervive en el tiempo más férreamente que lo que nos ofrece respuestas definitivas. Así que seguramente con el tiempo, después de las debidas revisiones que merecen, The Master, PT Anderson, y la hipnótica actuación de Phoenix calarán bien hondo en nuestro imaginario colectivo cinematográfico. ¿De qué si no aún se hablaría de ciertos “psicópatas”?

 

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