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Festival de Cinema d’Autor de Barcelona

by • May 4, 2017 • Camera obscuraComments (0)2278

Los cinéfilos de pro tienen, a finales de abril, una cita obligatoria con el Festival de Cine de Autor de Barcelona o, como se conoce en el mundillo el D’A. Durante una semana la ciudad condal se convierte en la capital del cine de autor más recalcitrante así como escaparate de las últimas tendencias de la cinematografía mundial. En esta serie de crónicas intentaré comentar lo más interesante que se ha visto.

 

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Nocturama (Bertrand Bonnello, 2016)

Unos adolescentes deambulan por los pasillos del metro de París, entran y salen de edificios, se envían mensajes y fotografías con el móvil. Están preparando una serie de atentados en lugares emblemáticos de la ciudad. No son especialmente ni hippyflatutas ni antisistema: proceden diferentes estratos económicos, culturales y religiosos, tienen trabajo, visten ropa de marca y hasta son educados. Tienen claro que la situación en Francia (y parte del mundo) es insostenible, que el neocapitalismo nos está condenando a todos. Por eso creen necesario atentar contra el sistema. Pero cometen un error: refugiarse en unos grandes almacenes hasta que acabe el caos. Este no-lugar será una trampa mortífera que los atrapará y adormecerá con la seducción de los productos que allí se venden. En un momento del film se habla de cómo los islamistas radicales prometen el paraíso a los niños para que busquen minas antipersona. Bonnello (que no quiere hablar de islamismo en su film) traslada esta idea a occidente y nos presenta unos adolescentes a los que el neocapitalismo ha prometido el paraíso del lujo, las marcas y la tecnología. Nocturama es cine político. Pero no el cine político autocomplaciente que practica Ken Loach y sus denuncias progres. Nocturama es cine que duele.

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O Ornitólogo (Joao Pedro Rodrigues, 2016)

A medio camino entre la contemplación y el misticismo, si no es que una cosa conlleva a la otra, Rodrigues plantea una revisitación moderna de las tentaciones de San Antonio en su nueva película. El punto de partida es la deriva de un ornitólogo que pierde el control de su piragua. A partir de aquí será tentado por diferentes demonios como dos peregrinas chinas del camino de Santiago, unos diablos con indumentarias de fiestas populares portuguesas, un pastor llamado Jesús o unas amazonas. A pesar de todos estos peligrosos encuentros, el ornitólogo sigue su camino ascético hasta convertirse en un san Antonio moderno y con novio. Cineasta queer y reivindicativo, Rodrigues nos habla en su película de la identidad y, en cierto modo, de amor al prójimo tal como queda expuesto en la escena del encuentro sexual con el pastor. ¿Se puede amar más a Jesús?

 

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Rester Vertical (Alain Giraudie, 2016)

En El desconocido del lago Guiraudie sorprendió a todos con un thriller ambientado en un cruising gay que acababa conviertiéndose en un film abstracto sobre el deseo. No podíamos esperar menos de Rester vertical su nueva y desigual película que intenta radiografiar, otra vez, la parte más reptiliana del cerebro del hombre (léase varón). Leo, su protagonista, es un escritor en baja forma que merodea por la campiña francesa en busca de inspiración. Falto de ideas, pasa el tiempo relacionándose (en toda la amplitud del término) con una pastora, un anciano y un joven que lo ignora. Guiraudie compara el protagonista con un lobo, la cámara se mueve al acecho, a través de planos merodeadores desde el coche. Leo va de caza en ese bonito paraje campestre (un paisaje digno de Corot) y, sin poderlo evitar, devora y abandona a sus habitantes. Leo es un lobo para sus iguales (puro instinto de supervivencia) y se reconoce en él cuando se lo encuentra en el sensacional tramo final. Y aunque permanezca vertical para dominarlo, el miedo lo paraliza.

 

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The Student (Kirill Serebrennikov, 2016)

Diversas películas están alzando la voz para denunciar el auge del fanatismo de la religión ortodoxa en Rusia. Este es el caso de la demoledora Leviathan (Andrey Zvyagintsev, 2014) o The Student, presentada este año en el D’A. El estudiante del título es un adolescente creyente y conflictivo que quiere imponer la fe en su instituto. Escudándose en la libertad y respeto consigue desde la prohibición de los bikinis en la clase de natación hasta cuestionar que la profesora de ciencias pueda enseñar la teoría de la evolución de las especies. Y lo peor es que encontrará el soporte de la dirección del centro. Serebrennikov un realiza el retrato de un fanático que sólo se expresa a través de frases bíblicas (que aparecen acreditadas en la pantalla cada vez que las sentencia) y que limita la libertad de sus conciudadanos en una parábola feroz de lo que está pasando en la actualidad en su país.

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