DJ Swet, Mudra

by • May 4, 2017 • Mosaico, NoticiasComments (0)3533

Por Xevi Bruguera

“A mi la calle me suda la polla”. Así, tal cual suena. No recuerdo mayor declaración de intenciones en un álbum de hip-hop que la primera frase no sampleada que se escucha en Mudra, lo nuevo de DJ Swet. Hay otras pistas por el camino. Empezando por la portada, con esas dos manos sacadas de alguna estatua de buda, insertadas en una especie de mandala que corona unas escaleras ancianas y ruinosas, todo ello en el blanco y negro granulado que caracteriza gran parte de la obra del artista mataronés Treble Noir, autor de la misma. El mismo título, Mudra, que es el nombre que se le da a las posiciones que adoptan las manos durante la práctica de la meditación en varias religiones asiáticas de ascendencia hinduista. Sí, el tipo de posición que vemos en la portada. Si no estamos muy finos a nivel de referencias y aún no hemos pillado de qué va el rollo, con los títulos de las canciones ya no da lugar a dudas. Illimination, Samsara (la rueda de la vida budista de la que hay que huir para iluminarse y escapar del ciclo de reencarnaciones), Aleluya, la serie de Mantras…

Aunque no nos cuadre, estamos delante de un disco de hip-hop centrado en la meditación, en el misticismo, en la religión, en la iluminación. Sin niggas and bitches, sin pollas gordas y competiciones de autenticidad callejera, sin putos amos y caras partidas y demás iconografía tradicional. En un disco con una cantidad de colaboraciones tan extensa (me salen 19) encontramos una coherencia temática extraordinaria, y que está temática este tan alejada de los parámetros típicos del rap tiene un grandísimo mérito. Y todo ello sin que se pierda un ápice de autenticidad estilística por el camino. El álbum rezuma hip-hop por todos sus poros, con una producción y unas composiciones dignas de las grandes ligas, y un retorno a los orígenes, o como mínimo a los 90, que aún deja más claro lo difícil que resulta meter en el mismo saco la música de la Golden Age con el trap y demás variaciones actuales, caracterizadas por un uso masivo de las herramientas digitales.

Por el contrario, aquí tenemos sampleo por un tubo, scracth, bombos y cajas que suenan a breaks de funk, soul o disco, sonidos crepitantes y sucios, cálidos en su origen vinilero. Como suele suceder en los discos de hip-hop de sonoridades más psicodélicas, tempos más relajados, con cierta vocación introspectiva, se respira instrumentación soul y teclados Rhodes en abundancia. También encontramos algo de xilófono, y sonoridades de campanillas y cuerdas orientales. En cierta manera, emparentado con álbumes como la banda sonora de Ghost Samurai, la película de Jim Jarmush que trata de un sicario que sigue el Camino del Samurai, compuesta por el legendario RZA de los Wu Tang Clan, o con Temples of Boom de los Cypress Hill, que hasta tiene una portada parecida, con un monje subiendo unas escaleras que llevan a un templo, en blanco y negro también. Incluso en The Traffic, decimoprimer tema de Mudra, encontramos un fraseado, una onomatopeya, no sé exactamente como decirlo, (Wa da da dang, wa dada daa dang, o algo así) sacada directamente de Illusions, el que es probablemente el mejor tema del disco de los californianos.

Quizá el tema que se sale más de los esquemas y sonoridades que he intentado describir es Van a Matarme, en colaboración con Me Cago En Tu Padre (necesitaba meter este nombre en la reseña a cualquier precio). El sonido de la caja y los redobles suenan a Trap, supongo que sacados de una 808, también tenemos algún juego con los hi-hats que son muy de hip-hop actual, y la voz sampleada con el pitch bajado bebe de las mismas fuentes que estamos comentando. Sólo falta un bombo bien gordo, distorsionado, ultravitaminado, y con algún cambio de nota, para tener una base, al menos en cuanto a elementos percusivos, muy de hoy en día, lo cual, evidentemente, no es una crítica. También la temática de la letra se sale un poco de la línea del disco, pero sólo un poco, la muerte y la paranoia también forman parte de la espiritualidad y de la religión.

Pero no nos quedemos con la anécdota. Temazos como Barakah no se escuchan todos los días, MCs hablando de meditación no se escuchan casi ningún día, y discos de tanta calidad, con tanta personalidad como Mudra se escuchan muy de vez en cuando.

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