La historia de “Carib”, el nuevo disco de Xavi Alías se parece mucho a un juego de piratas buscando el tesoro escondido. Todo empezó el primer día de estudio, con el músico catalán y sus productores pensando en el sonido de lo que sería el disco. Con la cabeza hecha un lío fueron a visitar una de las tiendas de discos más míticas de Barcelona y rebuscando entre los discos de un euro dieron con la idea que marcaría el sonido de “Carib”: construirían el disco a partir de samples de esos discos que ya nadie parece querer.
Se pusieron manos a la obra rebuscando en las cubetas ese tesoro en forma de vinilos a precio de derribo. Todo valía: canción italiana de los 70, grupos olvidados de los 80, joyas extrañas como el disco del atleta Carl Lewis y clásicos como Antonio Machín. Discos maravilla y discos merecedores de ese olvido que Xavi Alías -junto a Ferran Resines y Cristian Pallejà, productores del disco- ha acabado transformando en una obra caleidoscópica donde resuenan El Petit de Cal Eril más atrevido, Panda Bear, el primer Guincho o James Blake. Intimista y expansivo, como un Caribe imaginario construido a partir del eco de todos los Caribes posibles.
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