Voltereta1

Voltereta, Nubla

by • May 8, 2020 • Mosaico, NoticiasComments (0)2955

Quizá una de las características más fascinantes de la música electrónica instrumental es la capacidad para crear historias, paisajes, invocando el imaginario propio del oyente, que se enfrenta, en una escucha sin conceptos objetivos, sin una letra a la que agarrarse, a las emociones que le provoca una música que llama al interior del oyente desde el interior del productor, de una forma mucho más íntima, personal y directa que la producida en aquellas canciones que predisponen con conceptos verbales (la letra de una canción, hablando claro) a la interpretación de un mensaje inequívoco.

Delante de esta creación esencialmente abstracta, se distinguen fácilmente dos enfoques que han dominado la música electrónica desde sus inicios: la primera, centrada en la motricidad, en el movimiento, en hacer bailar, para entendernos. La segunda, volcada en contarnos una especia de historia, o como mínimo un conjunto de sensaciones, básicamente a través de la melodía. Ambas opciones no son mutuamente excluyentes, de hecho algunas de las obras maestras del estilo se encuentran en la feliz intersección entre ambos mundos. Pero si tuviéramos que definir la forma de entender la música de Felipe, el hombre detrás de Voltereta, sin duda sería dentro de la opción de los creadores de mundos a través de, sobre todo, la melodía.

Y como no podía ser de otra manera, los ingredientes utilizados en sus producciones remiten a lo mejor de la historia de la electrónica melódica: la ciberdelia y la IDM derivada de las raves de principios de los 90, con Orbital y toda la camada de productores ingleses que orbitaban alrededor del sello Warp como máximos exponentes, la indietrónica nórdica de principios del 2000 articulada alrededor de Morr Music, el techno maximalista de Border Community que apareció como contrapunto al minimal imperante en la época, y para acabar, toda la ola de nuevos productores revisionistas de los primeros 90 como Daniel Avery, fenómenos de la producción como Jon Hopkins y cazadores de la melodía perfecta como el primer Apparat o Four Tet.

Grandes referentes, sí, pero es que el artefacto que nos entrega Navarro apunta alto y sale airoso casi siempre. En ’Nubla’ encontramos todo lo citado en el párrafo anterior, pero sin caer en homenajes encubiertos o en inspiraciones demasiado directas o calcadas. Da la sensación que estamos ante un productor que, después de empaparse durante años con el lenguaje de la electrónica melódica y de trabajar sin descanso para encontrar su propio lenguaje dentro del citado estilo, ha digerido finalmente todos los ingredientes que conforman su música y es capaz de utilizarlos en cada momento, con la soltura del que cuenta algo con una paleta totalmente dominada y sabedor de que color utilizar en cada momento para realzar la idea que debe conformar cada canción. Sin forzar nada, con paciencia, una de las características principales del disco desde su primera escucha es la sensación de fluidez, música líquida y perseverante que sabe hasta dónde llegar, cuando parar y cuando volver con más fuerza aún.

‘Faro Fulgor’ es un tema que me parece, simplemente, impecable. Su llamada a la euforia desde una perspectiva elegante y contenida es de una belleza impactante, su atención al detalle nos demuestra que el nivel de producción de Voltereta es directamente de Champions , y durante sus seis minutos de duración pasan tantas cosas que servidor renunció a intentar escuchar cada una de sus partes por separado, de buscar el origen y el final de cada trazo, y se entregó a la observación pasmada del cuadro en su totalidad, dejando de mirar desde fuera para acabar dando vueltas dentro de un viaje que acaba de empezar.

‘Ímpetu’ mira a la pista de baile sin complejos, pero sin caer en bucles infinitos y en hipnosis por repetición, volviendo a lograr que el oyente entre en un fluido euforizante y luminoso, evocador de todo lo bueno que puede pasar en la pista de baile.
‘Hechizo Baile’ nos lleva a territorios más intimistas, melodías más cercanas con percusiones muy indietronicas, preparando el terreno para el siguiente tema,
‘Cese’, donde la calma se torna oscuridad, las grabaciones de campo cobran protagonismo y se nos enseña un nuevo recodo, una nueva variante del sonido Voltereta.
‘Avance Victoria’ se mueve entre clicks and cuts, más grabaciones de campo (esos sonidos como de cadenas arrastrándose), chords que entran y salen, bombos rotos, cajas semiocultas, arpegios y todo el catálogo de lo que debe ser un buen tema de techno melódico en pleno 2020.
Elementos que vuelven a asomar en ‘Captura’, donde el protagonismo de un bajo muy housero acaba cediendo ante arpegios celestiales y sonidos que van creciendo a través de dinámicas de filtro para acabar felizmente unidos en el último tramo de la canción, uno de los momentos más bellos del disco y punto y aparte dentro del álbum que da paso al tema más oscuro que encontramos en Nubla.

‘Fuerte Bengala’ nace y muere en un bajo ondulante y distorsionado que se retuerce y oscila durante los 5 minutos del tema y que resiste el tímido envite de algún punto melódico y el ataque feroz de unas percusiones insistentes y repetitivas que acaban cediendo y dando paso a la última canción del álbum.
‘Árbol’ es un cierre excelente, el momento más melancólico y sosegado de todo este viaje, pads omnipresentes, tempo lento y melodías tristes donde asoma, pese a todo, un hilo de esperanza.

Xevi Bruguera
Redactor de CrazyFriday Magazine

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